- ¿Cuál ha sido su relación
con Miguel Catalán?
Tengo 78 años. Me llamo Javier Bauluz Catalán, nací
en 1928, soy primo hermano de Diego Catalán. Mi tío
Miguel y mi tía Jimena son sus padres. El tío Miguel
Catalán es hermano de mi madre Pilar Catalán. Somos
once hermanos Bauluz Catalán, unos han nacido en Zaragoza
otros en San Sebastián. Fui profesor del Colegio Estudio en el
año 1957. Los padres de Miguel fueron Agustín Catalán
y María Sañudo. Agustín era de un pueblo de
Teruel (San Martín del Río) y María era de
Calandra. Se casaron y pusieron casa en Zaragoza. Mi abuelo Agustín
(el padre de Miguel) era catedrático de Ética y
Derecho, y Psicología. Por así decirlo, el padre de
Miguel era el listo del pueblo porque hizo dos carreras, era joven y
además un hombre conocido. También fue concejal en el
Ayuntamiento de Zaragoza. Y era muy liberal, algo que creo que
transmitió a Miguel. Durante la República, cuando tenía
siete años, vivimos en Chamberí. Yo iba al Instituto
Escuela. De mi familia fuimos a estudiar al Instituto Escuela, por
orden, José Luis, Julio, Pilar, Gonzalo, yo y Mari Tere. Y
como coincidí en edad con Diego iba a su clase. También
nació en 1928. Nos llevábamos muy bien. Tenía
mucha relación con Diego porque además de primos
hermanos fuimos muy amigos.
- ¿Le veía mucho?
E tío Miguel, que tenía un coche autoplano que nos
impresionaba mucho, venía a buscarme muchas veces a mi casa, a
Modesto Lafuente, y me llevaba con él y Diego a San Rafael.
Allí solíamos pasar todo el fin de semana o, si
teníamos menos tiempo, tan sólo el domingo. También
le gustaba llevarnos a Diego y a mí a la sierra, a Guadarrama.
No sabía esquiar pero ellos sí, y pasaba el día
en la sierra con mi tío y mi primo. Entonces era cuando veía
más a mi tío o a Don Ramón Menéndez
Pidal, siempre encorbatado y con su barba. Con el tío Miguel
sí tuve relación. El tío Miguel y la tía
Jimena vivían en el chalet de Chamartín, en la Cuesta
del Zarzal. Luego le quitaron el nombre a la calle y le pusieron
Menéndez Pidal, y hoy se sigue denominando así. Pero a
Ramón Menéndez Pidal no le hacía mucha gracia
eso, que le quitaran el nombre que había tenido siempre su
calle.
- ¿Recuerda alguna costumbre de la vida diaria de Miguel
Catalán?
Mi hermano José Luis, después de la Guerra Civil, se
fue a vivir a su casa. Estudiaba en el ICAI y vivía en
Chamartín. Y siempre me decía que Miguel, muchas veces,
cuando llegaba a casa, al entrar por la puerta decía: “Un
momento”. Se pasaba a una habitación, cerraba las puertas y
se echaba a dormir. A los diez minutos se levantaba y se iba a
trabajar. Era capaz de dormirse, despertarse y levantarse en diez
minutos. Es una costumbre que tenía Miguel.
- ¿Y de las excursiones?
En las excursiones que hacíamos al campo al tío
Miguel (Don Ramón también nos acompañaba mucho)
le gustaba ver minerales, nos aficionaba a coger piedras y plantas, a
llevarlas a casa para finalmente examinarlas. Le encantaba la
naturaleza. Procuraba practicarla con nosotros, le gustaba el aire
libre. La tía Jimena y el tío Miguel eran unos
adelantados en cuanto a costumbres ecologistas. Eran amantes del
campo, de la naturaleza, de no fumar, de no abusar de las cosas.
Todas estas cosas las tenían ellos en un valor altísimo.
Por eso se distinguían mucho en tantos aspectos. Yo, con lo
pequeño que era, me quedaba sorprendido.